Un pez, durante su travesía, va dejando su ADN adherido al sedimento de los lagos, ríos o del mar. Y eso se va acumulando en el transcurso del tiempo. Los investigadores científicos de INVASAL utilizan esos testigos de sedimentos para realizar su investigación científica.
Gracias a esos “testigos” es posible conocer el pasado y la historia del lugar. “Se toman muestras de ese ADN que ha ido quedando en el sedimento a lo largo del tiempo llamado ADN ancestral o antiguo. Este ADN, se va acumulado en el tiempo, formándose diferentes capas, permitiéndonos obtener información de cómo era el ecosistema antes”, dice Lenka Kurte Palma, estudiante de postgrado de INVASAL, quien es protagonista de este estudio científico.
Esta joven investigadora nos explica que en el trabajo en terreno realizado en la Expedición Norte de INVASAL en el lago Chungará, en el mes de diciembre de 2019, el equipo de investigación tomó muestras de ADN ambiental contemporáneo para conocer el estado actual de la biodiversidad del lugar. Sin embargo, debido a la pandemia de COVID-19 no se han podido analizar dichas muestras aún, y el equipo planea retomar la investigación en cuanto las condiciones sanitarias lo permitan, y retornar al lago entre los meses de marzo–abril 2021, para ir en la búsqueda de los testigos.
¿Cómo funciona un testigo de sedimento? Lenka nos explica que el equipo Gravity Corer, usado para tomar los testigos, es una especie de tubo cilíndrico abierto en los extremos, que se lanza en el lugar de muestreo, y se extrae una especie de “torta de sedimento”. Imaginando que cada sabor de esa torta representa una cierta cantidad de años, nos permite recolectar valiosa información que los científicos analizan y que les permite visualizar el pasado. Gracias a esos testigos de sedimentos del pasado y a las muestras de ADN contemporáneo, que obtienen del agua filtrada del lago, es posible conocer cómo ha ido cambiando el ecosistema del lago Chungará.
Durante el primer año de trabajo, los investigadores estandarizaron el protocolo de extracción de ADN, ya que se trata de un procedimiento riguroso, que no puede verse contaminado.
Este trabajo se ha desarrollado en marco de un proyecto Fondecyt de Iniciación N° 11181259 que dirige el Dr. Claudio Quezada Romegialli, tutor de Lenka, quien cursa actualmente el programa de Magíster en Ciencias mención Biodiversidad y Conservación de la Universidad de Valparaíso.
Especie invasora
La introducción de especies invasoras perjudica al medioambiente y sobre todo cursos de agua dulce, como el lago Chungará. Se trata de un ecosistema sensible, ubicado en una Reserva de la Biósfera Lauca, según la UNESCO. “Es muy importante estudiar el efecto real que ha tenido la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss) frente a este ecosistema tan sensible y particular, a 4.517 m de altura, como es el lago Chungará, para conocer los efectos del cambio climático también en el ecosistema.
Gracias al análisis del ADN ancestral los investigadores de INVASAL pueden visualizar no solo como ha ido cambiando el ecosistema a través del tiempo, sino que también conocer de qué manera ha sido afectado el ecosistema con el cambio climático a través de los cambios en la biodiversidad o abundancia de las especies. De esta manera los científicos conocen lo que pasó en el lugar y pueden idear estrategias para enfrentar escenarios parecidos en el futuro, impidiendo o retrasando un daño irreversible del lugar.
Lago Chungará
La biotecnóloga Lenka Kurte nos cuenta que el 2019 fue la primera vez que tuvo la oportunidad de trabajar en muestreo en terreno en el lago Chungará. Antes había trabajado en otros salares, pero a primeras luces, llamó mucho su atención la gran cantidad de basura presente en el lugar y la escasa presencia de especies endémicas como bagrecitos y orestias.
A pesar de tratarse de una zona cercana a un paso fronterizo, llama profundamente la atención la presencia de basura contaminando el lugar. La falta de protección y cuidado revela una despreocupación por parte de las autoridades y entidades gubernamentales.
Es un sentir permanente en diversos sectores del altiplano chileno, donde tampoco se tiene mucha consideración por los pueblos originarios y sus tradiciones, lo que se hace más patente en la falta de seguridad del lago Chungará.
Lo que viene…
A nivel internacional existen diversos registros sobre trabajos realizados con ADN ancestral, sin embargo, por primera vez científicos de INVASAL estudian cómo una especie invasora como la trucha arcoíris afecta al sitio de estudio a través del tiempo. Y esto se realiza por primera vez en el lago Chungará, en un lugar con condiciones físicoquímicas y de altitud, propias del lugar.
La trucha arcoíris es uno de los peces invasores más abundantes en Chile. Actualmente no existe certeza científica de cómo llegaron estos salmónidos invasores a los cursos de agua dulce del norte de Chile. Algunas hipótesis apuntan -por ejemplo- a la pesca deportiva. No obstante su origen ya no es lo más importante, lo relevante es estudiar a fondo su impacto en las especies endémicas de un ecosistema tan frágil como Chungará, teniendo conciencia ambiental de que cada ser vivo cumple su rol en un ecosistema y en el medioambiente, y en su rol como presa o depredador, también influyen en el desplazamiento y/o sustitución de especies nativas, impactando a toda la trama trófica, desde la biota invisible como son los microorganismos, hasta los peces propios del lugar.
Una vez concluida esta investigación, el objetivo es realizar una difusión de los resultados y divulgar esta información, popularizando el tema con las comunidades, la opinión pública y las autoridades de la zona, con el objetivo de generar una toma de conciencia sobre los efectos del cambio climático y la introducción de especies invasoras en el ecosistema del lago Chungará.
Este estudio se sumará al trabajo realizado en las campañas norte y sur de INVASAL, que permitirá contar por primera vez en Chile, con un completo análisis del estado de los ríos y lagos de Chile.
Fotografías: Gentileza Lenka Kurte. Imagen de portada: Lenka trabajando en la expedición Norte. Fotografía inferior: Junto a Claudio Quezada y Pablo Aguilar en la zona más alta de esa parte del altiplano.
