En marco del Día Mundial de la Salud, que este año se enfoca en “Nuestro planeta, nuestra salud” hago una reflexión acerca de los ecosistemas acuáticos, que de acuerdo a estimaciones del Ministerio del Medio Ambiente comprenden más de 4,5 millones de hectáreas o 5,9% del territorio nacional, a los que hay que agregar nuestra inmensa costa en el Océano Pacífico. Para nuestros ambientes acuáticos, la salud puede entenderse como la integridad en términos de riqueza, composición y estructura de ecosistemas y las especies que albergan los que, a su vez, conforman los distintos ambientes o hábitats acuáticos. Una parte importante de los ríos en nuestro país nacen en la Cordillera de Los Andes, y se ven alimentados principalmente con aportes de nieve y lluvia, existiendo a veces flujos lacustres, subterráneos y de escorrentía. Los hábitats cambian a lo largo de todo el río hasta desembocar al Océano Pacífico. En este gran camino hay cambios físicos (pendiente, velocidad, temperatura, sustrato, vegetación) y los ecosistemas han acomodado a sus especies que se han adaptado a estas variables forzantes. En ese contexto, la salud de los ecosistemas se refiere a que debiésemos encontrar distintas especies nativas (peces, invertebrados, plantas, algas y microalgas y otros grupos) interactuando y cambiando su riqueza, composición y estructura (proporción de especies) desde el nacimiento de un río hasta su desembocadura al mar y posteriormente en los distintos compartimentos del Océano. Un ecosistema saludable, por lo tanto, tiene especies indicadoras (sensibles a contaminantes o alteraciones de hábitats), mantiene una funcionalidad adecuada (especies que permiten reciclamiento de nutrientes, transferencia de energía y masa en los eslabones tróficos) y es consistente con la historia biogeográfica (no deberíamos observar especies foráneas o exóticas, y muchas o todas las nativas). Debido a que el ser humano ha alterado la salud de los ecosistemas acuáticos, es importante comprender los alcances de dichas alteraciones.
En el Núcleo Milenio de Salmónidos Invasores INVASAL, un grupo multidisciplinario de académicos y académicas albergados en instituciones con presencia de Arica a Magallanes, estudiamos entre otras cosas, cómo están estructurados los ecosistemas y qué especies nativas e introducidas se encuentran ellos. Al utilizar herramientas de próxima generación, como el ADN ambiental, estamos investigando la riqueza, composición y estructura de los ecosistemas acuáticos para evaluar el efecto que pueden tener las especies introducidas como salmones y truchas. Además, estas herramientas nos permiten comprender los posibles efectos de los escapes masivos de salmones en los ecosistemas acuáticos. Finalmente, es muy relevante destacar el enfoque multidisciplinario y paritario de INVASAL, ya que nuestro objetivo principal (generación de conocimiento para fortalecer el desarrollo de políticas basadas en evidencia para el manejo de salmones invasores en un contexto de rápidos cambios ambientales y sociales) debe necesariamente integrar múltiples líneas de investigación, combinando el entendimiento de la distribución de especies nativas y exóticas y los impactos sobre ellas, identificar consecuencias no reconocidas de las invasiones, investigar el éxito de las invasiones, desarrollar sistemas de gobernanza y transmitir este conocimiento a la sociedad civil y a sectores públicos, reguladores y otros entes relevantes.